sábado, 28 de agosto de 2010
El abuso como símbolo de estatus
Como la mayoría de los venezolanos prefiero una sociedad igualitaria, me inclino por la democracia.
Pero esto no quiere decir que no comprenda que las élites han tenido su papel en la historia.
Los Jardines de Babilonia, el Foro Romano, el Duomo de Florencia y el París del Barón Hausmann son ejemplos de cómo las élites han reafirmado su prestigio creando espacios públicos de gran utilidad y belleza.
En la Venezuela del siglo pasado los transeúntes encontraban refugio en los zaguanes de las casas de la gente pudiente. La Altamira creada por Luis Roche era un paraíso de amplias avenidas y generosas aceras que permitían a los peatones compartir, aunque fuese de lejos, la belleza de sus casas y solares.
Pero algo ha cambiado en Venezuela. Las clases pudientes han adquirido un gusto, casi una libido, por comportamientos que generalmente se asocian con gente de muy baja ralea. Lo que sigue es un ejemplo.
Los dueños de una Quinta en La Lagunita decidieron celebrar una fiestecita de cumpleaños, enhorabuena.
El problema es que permitieron que sus invitados se estacionaran sobre la acera. Una acera por la que camina muchísima gente, que ha sido recientemente demarcada como ruta para trotadores.
Forzaron de hecho a los peatones a arrojarse a la calzada. En una vía de alto flujo y alta velocidad.
En las calles adyacentes sobran los puestos de estacionamiento. ¿Por qué pisotear los derechos de los demás?
Pareciera que en nuestra sufrida Venezuela el poder de abusar se ha convertido en un símbolo de estatus.
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